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HISTORIAS DEL 1%

CLARA

Clara es una estudiante de bachillerato. Es celíaca desde hace 5 años y sabe muy bien que a veces las cosas no son tan sencillas para ella como para el resto de sus amigos.

 

Durante este curso, como en los anteriores, Clara ha tenido que organizarse para poder asistir a fiestas de cumpleaños, "mini-viajes con amigas y otras situaciones imprevistas que se le han ido presentando y donde más que nunca ha tenido que buscar recursos rápidamente para que su celiaquía no le impida llevar a cabo el resto de tareas que tiene que hacer durante el día.

 

La presión de sus obligaciones la oprime por todos lados, pero lo hace a gusto, sabe que ahora toca esto para poder llegar a ser una fantástica veterinaria. Lo logrará. Mañana deberá quedarse a comer en la escuela, su tutora quiere reunirse con ella a las tres de la tarde. Las clases terminan a las dos, así que no le dará tiempo de ir a comer a casa y volver. Esta noche se preparará algo para comer mañana y listo. Una tortilla de patata y un poco de pavo será suficiente para sobrevivir hasta que llegue a casa. Es una buena opción porque a Clara la tortilla siempre le ha gustado a temperatura ambiente. Se da cuenta que la tortilla y el pavo no podrá ser. Saldrá de casa a las siete y media de la mañana y con el calor que ya empieza a hacer se le puede estropear la comida. Si en la escuela hubiera una nevera para los alumnos lo tendría solucionado, incluso se podría llevar un yogur de postre.

 

Decide que unos macarrones con salsa de tomate pueden servir, pero los macarrones fríos ... pfff qué asco! Si en la escuela hubiera un microondas también lo tendría solucionado.

 

Algunos colegas también se quedarán a comer y así aprovecharán para repasar junto algunos temas para los exámenes finales. Oye como le están entrando Whatsapp continuamente. El chat del grupo está que hierve, 70 mensajes no leídos. Tampoco le interesan mucho. Al fin y al cabo están decidiendo donde irán a comer mañana. El último mensaje es de su amiga Laura y pone "Ya lo decidiremos al salir, comemos cualquier cosa por allí y ya está. Y parad de rayarme con tantos WhatsApp que no me dejáis estudiar. Os quiero niños."

 

Clara se ha "empanado" por un momento, tal vez se ha ido a Marte un rato. Se da cuenta que aún tiene las patatas en la mano para la tortilla que iba a hacerse y que luego descartó. Ella puede comer huevos y patatas y pavo y yogur. Pero no en esta ocasión, porque su escuela no dispone de nevera para conservarlo en condiciones. Ella puede comer macarrones sin gluten con tomate, pero no esta vez porque su escuela no dispone de microondas. Cuando regresa de Marte, se cabrea un poco porque su celiaquía le recuerda a menudo que no sólo no puede comer de todo, sino que no lo puede hacer en cualquier lugar, por la contaminación cruzada. Y ahora tampoco puede hacerlo en la escuela. Si es que la cosa a veces se complica .... En su mente suena la frase de Laura "comemos cualquier cosa por allí y ya está" y Clara se desmoraliza un poco. Tampoco lo entiende mucho porque ella hace años que pasa por este tipo de situaciones y ya está acostumbrada, pero ahora con los nervios de los exámenes, el viaje de fin de curso y otras cosas que se remueven en su interior, se le está haciendo todo un mundo. Pierde las ganas de pensar en qué puñetas comerá mañana y finalmente se prepara un bocadillo de jamón serrano y un par de manzanas. Este es su recurso "de siempre" para ocasiones como mañana.

 

La frase de Laura vuelve a resonar más fuerte dentro de su cabeza y piensa en lo fácil que lo tenía cuando no era celíaca, aunque entonces no le daba importancia a poder improvisar o no sus comidas, fiestas o viajes. Es normal -piensa- no acostumbramos a dar importancia a las cosas que tenemos hasta que las perdemos. Que desagradecido es el ser humano .... Y cree que la clase de filosofía de esta mañana le ha dejado un regusto melancólico que tanto odia. La Clara de su interior se harta de verla así y decide salir, empujando a la filosofía, a la celiaquía, a WhatsApp, la tortilla y el bocadillo de jamón como a viajeros del metro en hora punta.

 

Mañana mismo cuando termine la reunión con su tutora, irá a la Dirección de la escuela para pedir que contemplen la posibilidad de tener una nevera y un microondas para el próximo curso. Recuerda esa charla que les impartieron hace unos meses donde se hablaba de comida saludable y donde lo primero que le vino a la mente fue la máquina expendedora que tienen en el centro, llena de snacks y bollería, obviamente ninguna sin gluten.

 

Sonríe y da las gracias a Marte y también a la Clara de su interior por haber empujado fuerte. Sabe que será una buena veterinaria y también una buena ayuda para los próximos alumnos que vendrán.

 

Necesitamos muchas Claras, todavía queda mucho por hacer.

 

 

Esta es una historia ficticia pero posiblemente muchos estudiantes se han encontrado en esta situación muchas veces. Si quieres, puedes compartirlo con tu escuela y podemos ayudar a muchas personas como Clara, ficticia pero tan real.

 

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